A veces, ofrecer muchas opciones parece una buena idea. Se piensa que “cuanto más, mejor”. Pero en UX, eso puede ser un error.
Cuando se muestran demasiadas cosas juntas, el usuario se abruma y no sabe por dónde empezar. A esto se lo conoce como sobrecarga cognitiva.
Un ejemplo simple: entrás a una página con 15 botones iguales. No sabés cuál tocar. Te lleva tiempo decidir. Quizás te vas.
En cambio, si hay una sola acción principal destacada, sabés exactamente qué hacer.
La buena experiencia de usuario se basa en simplificar. Eso no significa ocultar todo, sino priorizar:
- Mostrar primero lo esencial.
- Usar jerarquías visuales claras.
- Agrupar elementos relacionados.
- Dejar las funciones menos usadas en segundo plano o bajo menús desplegables.
La gente no quiere “todas las opciones posibles”. Quiere lograr su objetivo de forma rápida y sin esfuerzo.
Un diseño simple no es un diseño pobre. Es un diseño pensado para que las personas no se detengan a pensar en cómo usarlo, sino en lo que quieren hacer.